Una nueva mirada: Introducción al mindfulness y autocuidado

Cuando el presente se convierte en refugio

En medio de la vorágine cotidiana —tareas, compromisos, pendientes que no dan tregua— resulta casi subversivo hacer una pausa. Sin embargo, detenernos no es una pérdida de tiempo, sino una forma de recuperarlo. “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”, recordaba Marcel Proust. Y esa es justamente la invitación inicial de esta travesía guiada por nuestra cofundadora Ursula Pfeiffer: reencontrarnos con el presente como quien redescubre su propio rostro en el espejo.

El mindfulness —conciencia o atención plena— no requiere escenarios exóticos ni silencios imposibles. Basta con unos minutos de intención, un espacio donde respirar con calma y una disposición amable hacia nosotras mismas. “Recuerden tratarse con cariño y compasión. Se van a distraer, es normal. Lo importante es volver con suavidad”, afirma Ursula.

La práctica comienza con un ejercicio de visualización en el que la respiración guía nuestra atención hacia el cuerpo. En esa contemplación amorosa, nos observamos como si viéramos a alguien que amamos profundamente. “Reconoce tu propio corazón. Agradécele que te permite vivir y experimentar emociones como la esperanza, el amor, el anhelo.” No hay juicio, solo ternura. No hay meta, solo presencia.

Ver con nuevos ojos lo cotidiano

La segunda propuesta nos invita a cambiar de lente. Inspiradas por la frase de Tim Robbins —“Identifica tus problemas, pero enfoca tu poder y energía hacia las soluciones”— exploramos cómo una tarea rutinaria puede transformarse en una práctica de atención plena.

Limpiar, cocinar, ordenar… lejos de ser actividades que solo agotan, pueden convertirse en puertas hacia el ahora. “Estén presentes en la actividad. Presten atención a los olores, a los sonidos, a las texturas”, sugiere Ursula. Sentir el ritmo del trapeador, el sonido del sofrito, el aroma del detergente. Mirar no solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos, y descubrir en ello un espacio para nosotras.

Este giro de mirada —de lo impuesto a lo elegido— tiene un impacto silencioso pero poderoso: le devuelve sentido a lo simple y nos reconcilia con nuestra cotidianidad.

Permiso para sentir

En una cultura obsesionada con “estar bien”, la tercera carta propone una liberación: “La verdadera libertad es liberarnos de la exigencia de sentirnos bien todo el tiempo”, dice el instructor espiritual Adyashanti.

¿Cuántas veces fingimos estar bien para evitar incomodar? ¿Cuántas veces callamos nuestra tristeza o incomodidad por miedo a decepcionar? “Aceptar cómo nos sentimos, sea bien o mal, es respetarnos”, recuerda Ursula.

El ejercicio asociado es una visualización en la que imaginamos un lugar seguro —una playa, un bosque, una cima— y nos damos permiso para sentirnos en paz. Sin deberes, sin máscaras. Solo nosotras, presentes. Ese lugar simbólico al que podemos volver cada vez que el mundo exterior nos exija demasiado o que el mundo interior necesite un abrazo.

Ser nosotras: el logro mayor

“El ser tú misma en un mundo que constantemente está tratando de hacerte algo distinto a lo que eres es el mayor logro”, decía Ralph Waldo Emerson. Esta afirmación da paso a la cuarta reflexión, centrada en la autenticidad y en los desafíos —muchas veces invisibles— de sostener nuestra voz en un entorno que nos moldea desde la infancia.

“No me refiero a corregir actos de violencia o agresión. Me refiero a cómo incluso desde pequeñas se nos indica cómo hablar, cómo peinarnos, cómo movernos, cómo estar”, explica Ursula. Y añade: “Muchas veces evadimos el conflicto porque se nos ha enseñado a callar para mantener la paz, pero callarnos constantemente es también una forma de agresión hacia nosotras mismas.”

La práctica asociada propone una visualización centrada en la garganta, lugar simbólico de la voz. Al inhalar, imaginamos una luz azul que nos llena de salud y claridad. Al exhalar, dejamos ir la vergüenza, la culpa, el miedo. “El mundo necesita tu voz porque tu voz es única y valiosa”, afirma Ursula. Liberar la voz no es solo un acto de autoexpresión, es también una forma de sanar.

Apagar para reconectar

Como cierre de la sesión, una frase de Ann Lamott: “Casi todo volverá a funcionar si lo desconectas por unos minutos, incluida tú.” Apagar el celular, tomar un respiro, hacer un alto no es un lujo: es una necesidad básica de autocuidado. Un reinicio emocional que nos permite habitar nuestra vida con mayor claridad, presencia y gratitud.

Cada ejercicio, cada pensamiento compartido en esta primera entrega no busca una perfección ni promete una transformación mágica. Lo que ofrece es algo más profundo: el permiso de volver a ti, sin prisa, sin exigencias, con la gentileza que mereces.

Mira el episodio complementario “Una travesía de mindfulness y autocuidado – Semana 1” en nuestro canal de YouTube:
https://youtu.be/fwHsstdS_g4

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