El Cuerpo Femenino Como un Espacio de Misterios

Una Entrevista con la Dra. Gabrielita Sánchez Horna

Increíblemente, en pleno el siglo 21, el cuerpo femenino sigue siendo un espacio lleno de misterios, mitos, tabúes e incluso desinformación. Para conversar sobre este tema recurrimos a la Dra. Gabrielita Sánchez Horna, destacada ginecóloga y presidenta del Plan Piloto del Programa Violeta en el Perú, cuyo objetivo es ayudar y apoyar a las víctimas de agresión sexual. Esta entrevista se llevó a cabo dentro de nuestro espacio Entre Amigas el 30 de abril del 2024.

Ursula Pfeiffer: Bienvenida Gabrielita a este espacio.

Gabrielita Sánchez Horna: Muchas gracias. Estoy contenta de poder compartir información aquí. Me parece súper interesante que exista un espacio donde podamos conversar de cosas que a veces nos parecen obvias o que a veces nos parecen tan difíciles de poder comentar con otras personas. Así que yo encantada y espero que esta sea información útil para todas y sobre todo que nos ayude a despertar ciertas cosas que a veces quedan debajo del tapete y que se pueden hablar realmente abiertamente y que pueden tener, en muchos casos, soluciones importantes.

UP: Totalmente. Pero antes que nada debo comenzar con una confesión. Cuando vi tu nombre por primera vez, pensé que era un diminutivo. Pensé que tu nombre era Gabriela, pero después descubrí que tu nombre es Gabrielita. Tengo que preguntarte, ¿cómo es que tu mamá decidió nombrarte Gabrielita?

GSH: Bueno, la verdad es que no fue mi mamá. Mi mamá decidió llamarme Gabriela, pero fue mi papá al momento de registrarme que dijo “Gabrielita”. Como anécdota, hasta mi título salió como Gabriela y cuando fui a recogerlo live que decirles que me llamo Gabrielita, no Gabriela. Y me decían. “No, tú lo has tenido que escribir así”. Les expliqué que vengo escribiendo mi nombre hace 22 años y, entonces, tuvieron que rectificar la información. Y me pasan cosas similares muchas veces. Así que bueno, lo tomo como anécdota y también como, bueno, es también parte de cada uno ser especial, ¿no? Y a mí me tocó, para empezar, con mi nombre.

UP: ¡Qué cariñoso tu papá! Pero sí, tu nombre me tomó por sorpresa. Bueno, cuéntame, ¿por qué escogiste la ginecología?

GSH: Bueno, mira, la ginecología es un área bastante interesante porque como mujeres tenemos un montón de, digamos, efectos hormonales y patologías distintas. Nuestro cuerpo está desarrollado de una manera diferente y funciona de modo diferente. Entonces me pareció súper importante entender [nuestro cuerpo]. Y la ginecología es diversa, es dinámica. Si es un embarazo, tenemos el parto y ya, y hay muchas áreas por cubrir: las niñas y adolescentes; el climaterio; la etapa fértil y la planificación familiar; las patologías que se pueden dar, sean quirúrgicas o de manejo médico y ecografías… Entonces es un campo tan amplio, el hablar de la mujer, que realmente me apasiona.

UP: Históricamente, por distintos motivos, la mayoría de los ginecólogos eran hombres. Entonces el entendimiento y el tratamiento del cuerpo de la mujer, que es parte de lo que vamos a hablar, se hacía desde un punto de vista masculino. Hay un teóricas que precisamente hablan acerca de que la ginecología ha tendido a ser especialmente invasiva porque parte de este punto de vista masculino en lugar de una mirada más que femenina y familiar con, por ejemplo, el proceso natural del del nacimiento.

GSH: Bueno, debo decirte que esto es más bien histórico y cultural. Por mucho tiempo las mujeres que entraban a una edad fértil ya se está pensando en con quién se iban a casar, cuántos hijos iban a tener… Siempre te regalaban muñecas, mientras los varones podían tener legos y juguetes que pudieran ayudarlos más a desarrollar su espíritu científico, investigador. A nosotras nos daban las tacitas de té, las muñecas. Años atrás era difícil creer que una mujer podría ser médico, ¿no? Y se minimizada en sus capacidades. Entonces ha sido parte de esta lucha constante de las mujeres, de ir avanzando, buscando la equidad que tenemos, las mismas capacidades para poder ir ascendiendo y poder ocupar puestos dentro de la medicina. Cuando yo era alumna de pre grado… que no son unos tantos años atrás (ríe), y me preguntaron, ¿qué quieres ser? Justo me lo preguntó un ginecólogo y le dije, “Ginecóloga, doctor”. Y estaba con mi enamorado al lado y le dijo,  “No la dejes ser ginecóloga. Los cirujanos tienen demasiado poder. Eso va a ser terrible”. Yo me quedé, what?  Watts. Entonces, imagínate, eso pasó hace 15, 16 años. O sea, no pasó hace medio siglo. Eso es relativamente ayer.

UP: Sí claro, es como si fuera relativamente ayer tomando en cuenta toda la historia de la medicina.

GSH: Entonces imagínate como era hace 100 años, ¿no? Si esto me lo dijo un doctor hace unos 15 años, imagínate como era hace 100 años cuando podían minimizar aún más la capacidad que tenían las mujeres para desarrollar actividades que comúnmente desarrollaban los varones, ¿no? Actualmente tú ves, por ejemplo, que la mayoría de médicos son mujeres. Ya podemos ver mujeres neurocirujanas y antes era muy raro verlas. En mi hospital yo tengo residentes, médicos en formación para especialidad, y la mayoría son mujeres. Entonces estamos cambiando también el panorama en base al esfuerzo y la constancia y la búsqueda de nuestros derechos.

UP: Como parte de mis estudios en temas de género, una de las áreas que me pareció muy interesante es la medicina. Fue interesante aprender que al menos en la cultura occidental, que es la que impera hoy en este mundo globalizado, las mujeres en realidad siempre habían tenido un rol preponderante cuando se trataba del cuerpo de la mujer. Eran las mujeres, las parteras, quienes lideraban el proceso del parto, el proceso del embarazo, etcétera. Pero cuando comienza a desarrollarse la medicina formal en Europa del siglo 16, surge como una profesión masculina y se produce un enfrentamiento con las mujeres que atendían a medicinalmente y que teían un acercamiento más holístico hacia el cuerpo de la mujer, hasta que les prohiben seguir ejerciendo y el cuerpo de la mujer se monopoliza por la medicina vista desde un punto de vista netamente masculino. Por ejemplo, de alguna manera, lo que te dijo ese médico expresa esa idea o relación entre la ciencia y el poder y el género. Porque básicamente lo que te estaba diciendo es que el poder le corresponde al hombre o, en este caso, a tu pareja. En pocas palabras: esta mujer, que quiere estudiar medicina y ginecología, va a ser que pierdas el poder que te corresponde hombre en lugar de a ella como mujer. Muy interesante.

GSH: Muy interesante. Iba a ir a responder al comentario que hiciste respecto al conocimiento de la mujer en la atención de la ginecología. Conozco muy buenos ginecólogos, realmente gente bastante dedicada, pero en el transcurso de la vida, no sólo como ginecóloga sino también como paciente, sé que entre nosotras existe esa especie de conocimiento compartido, de cómo es que podría estar sintiéndose la otra persona, desde nuestra mirada más bien femenina, ¿no? Entonces, también cambia un poco la atención que damos. Una experiencia muy interesante para mí fue la maternidad. Por ejemplo, durante mis nueve meses de gestación yo podía experimentar cosas que teóricamente nadie me las enseñó y que tenían que ver no sólo con la parte física sino con el estado emocional, con esa sensibilidad que se desarrolla producto de tus cambios hormonales. Entonces eso es algo que entre mujeres podemos entender más que explicarle a un varón lo que nos está sucediendo.

UP: Qué interesante.

GSH: Por ejemplo, ponte la lactancia. Tienes que dar de lactar a tu bebé cada tres horas. Sí, muy bien. La leche materna es muy buena porque protege al bebé de infecciones, disminuye su riesgo de cáncer infantil… en teoría todo está perfecto. Pero la primera lactancia te duele y la segunda y la tercera… y empiezas a tener lesiones en los pezones. Y te dicen que tienes que darle de lactar nomás, ¿no? Entonces un día dije. “No, esto no puede ser así. O sea, tengo todos los conocimientos y aún así algo no está cuadrando bien, ¿no?” Entonces, busqué a una asesora de lactancia y hablábamos, y hay un mundo maravilloso detrás de eso que sólo las mujeres podemos entender. Tiene que ver con la posición, con la comodidad y muy pocas veces hablamos de todo esto. Teóricamente tú le das de lactar a tu bebé porque tu cuerpo está diseñado para eso, pero la sensibilidad que tiene una mujer para lo que experimenta la otra ayuda [en el proceso]. O, por ejemplo, durante el examen ginecológico es mucho más difícil para un adolescente contarle a un varón lo que le está sucediendo que contárselo a una mujer. Hay casos en los que [la adolescente] no quiere hablar, entonces, cuando empezamos a conversar un poco y le dices, “Oye, mira, a mí me pasó eso pero no sé si a ti te pase”. Y de repente eso es lo que te está preocupando y empieza a contarme y a compartir sus dudas. Por ejemplo, puede sonar muy crudo, pero dudas de si orinamos por el mismo lugar por donde tenemos relaciones o preguntan por dónde sale la menstruación. Tú como mujer entiendes a qué se está refiriendo, y que le sería muy difícil contarle a un varón. Entonces empiezas a explicarle o hacer un dibujo o decirle mira, esto puede ser así o asá, y va generándose una relación que es distinta. Sin desmerecer el trabajo que hacen los [médicos varones], porque también trabajo con muchos varones y conozco ginecólogos así muy muy buenos, recontra dedicados. Pero este vínculo de mujer a mujer es distinto. Sobre al hablar de nuestros cuerpos, de lo que nos está sucediendo. 

UP: De acuerdo. Tuve un ginecólogo varón, hombre, y la experiencia fue muy interesante porque incluso hacía comentarios sobre mi cuerpo desde una perspectiva totalmente masculina. Por ejemplo, el qué tan estrecho o no iba a quedar el ducto vaginal después de tener un hijo y cómo iba a impactar la vida sexual, lo cual imagino que es un temor más masculino porque en realidad a mí ni me iba ni me venía. En todo caso, sería un problema de mi esposo y su satisfacción sexual, pero en realidad yo ni siquiera lo había pensado. Terminó siendo cesárea, pero me parecía interesante estos temas que traía a colación y que ni siquiera estaban en mi radar. Y regresando un poco a lo que comentabas sobre la lactancia… efectivamente no habla de ciertas cosas como la menstruación y lactancia. Diría que incluso más tabú hacia la lactancia. Esto me hace pensar en teorías en torno al cuerpo femenino, por ejemplo  hay una teórica que se llama Susan Bordo, y que  dice que estos tabúes se deben precisamente a que el cuerpo de la mujer expresa visualmente, personifica, nos hace evidente nuestra identidad como animales. La mujer y su cuerpo están directamente conectados a la parte salvaje, por así decirlo, del lado animal del ser humano. Nuestros procesos biológicos son la expresión de la naturaleza a través de nuestro cuerpo y eso no viene a bien en una sociedad y una cultura que intenta desvincularse de lo animal, de lo salvaje. Para el hombre como humanidad, el cuerpo femenino es un constante recordatorio de nuestros orígenes animales y eso ha hecho que el cuerpo de la mujer y muchos de sus procesos naturales terminen siendo tabú.

GSH: Bueno, sí, la lactancia es todo un proceso, una conexión muy interesante con tu bebé, una conexión que incluso cuesta en el momento de [ponerle fin]. Venimos también trabajando en las prácticas del destete respetuoso, porque [en muchos casos] es como, “ya cumpliste tu seis meses, y tienes que destetar al bebé”. Creo que como sociedad hemos tratado de minimizar estos espacios, ¿no? Oye, ¡cómo vas a dar de lactar en la calle! 

UP: ¿Por qué crees tú que que hay esa sensación casi de vergüenza ajena donde si ves a alguien dando de lactar sientes cierta necesidad de darle un espacio?

GSH: Bueno, pienso que es como se ve a una mujer. Porque tú podrías ver una chica en bikini y no te provoca la sensación que de cuando ves a una mujer dando de lactar. Entonces tratamos de desnaturalizar lo que es natural. Pienso que principalmente son esas ideas preconcebidas de cómo debería ser una mujer y nos salimos de ese patrón al dar de lactar en la calle o cuando decimos, no puedo ir a trabajar porque estoy con una dismenorrea intensa, me duele muchísimo por la menstruación y hoy no puedo ir. Entonces, estás rompiendo el patrón de una mujer que tiene que ir a trabajar todos los días, tiene que cumplir con su rol, que tiene que ser mamá 24/7, ¿no? Son estructuras que poco a poco como mujeres tenemos que ir cambiando.

UP: Mencionaste hace un momento la menstruación y realmente sigue siendo un tabú aún en este siglo. 

GSH: Sigue siendo algo de lo que poco hablamos. Una paciente de 28 años me dice, “Doctora, vengo porque tengo mucha menstruación”. “Ah, ¿si?,¿Desde cuando?” Le pregunto. “Bueno, casi siempre ha sido así”. Y me dice que siempre le ha dolido pero normal, o sea, que entiende que así duele. Le pregunto “¿Te deja ir a trabajar?” Y me dice, “Dos o tres días no puedo ir a trabajar, pero siempre ha sido así. Y tengo que tomar analgésicos, pero toda mi vida ha sido así”. Entonces, hablando un poco sobre la menstruación, más o menos contamos con unos 40 años de edad fértil y de esos 40 años, digamos que se menstrúa, más o menos 2400 días, que serían casi seis años de tu vida que te la pasas sangrando. Entonces, si nosotros no le damos la importancia que tiene y seguimos pensando que la menstruación es un momento en el que el cuerpo se desintoxica, porque esa es una creencia muy antigua que escucho todavía en algunas pacientes, y que piensan que necesitamos sangrar todos los meses y que es normal aguantar dolor porque somos mujeres… Entonces hemos dejado de hablar de un proceso normal. Dejamos de conocer nuestro cuerpo adecuadamente para poder saber cuándo no está bien, cuando no está funcionando adecuadamente. Nuestra menstruación no debe pasar de 5 a 7 días y no debe ser tan abundante como para que me manche la ropa o necesite cambiármelo todavía cada una o dos horas. Tampoco debería darme tanto dolor que me incapacita de hacer mis actividades. El cólico debería ser muy leve, no debería imposibilitarme hacer mis actividades.

UP: ¿Por qué crees que hay tanta desinformación en torno a nuestros propios cuerpos?

GSH: Bueno, no sé si sucede a nivel mundial o de Latinoamérica, pero sobre todo en Perú ha disminuido mucho la información sobre salud sexual y reproductiva en las escuelas y colegios. Ya habíamos superado eso y otra vez ha habido una disminución de esta difusión. Existe también esta idea de que hablar de cosas que son femeninas, de mujeres, no está bien visto. Cuando tú comentas algo, te dicen, “¿Pero no querías sentirte igual a un hombre? Entonces tu maternidad no puede ser una excusa. Tu menstruación no puede ser una excusa». Entonces, en vez de hablarlo terminamos callándonos y dejamos atrás nuestra parte biológica. Pero no somos iguales a un hombre, ni buscamos serlo. Lo que buscamos es tener igualdad de oportunidades y que haya equidad.

UP: Lo que es muy distinto.

GSH: Es totalmente distinto. No estamos conformadas estructuralmente y biológicamente como un varón. Tenemos procesos distintos.

UP: Exacto, y es verdad que este argumento funciona de alguna manera como un chantaje donde es como si te dijeran, ¿no querías hacer esto? Entonces por ende no puedes lo otro. Pero es es una negociación imposible para nosotras las mujeres porque no podemos separar nuestro organismo de quiénes somos.

GSH: Exactamente.

UP: ¿Cuáles dirías que son los mitos más recurrentes que has observado?

GSH: Bueno, en cuanto a la menstruación, hay un montón. Por ejemplo, lo que mencioné, que la dismenorrea o el dolor con la regla y que mucha gente normaliza y que cuando le dices, por ejemplo, a tu mamá te dice, “A mí me dolió también y no estoy diciendo nada y anda a la escuela porque aunque te esté doliendo eso es así. Eres mujer y tienes que aguantar. Otro mito importante es que porque ya estás menstruando ya eres una mujer. Y no, a los 11 o 10 años no eres una mujer. Ha empezado tu etapa fértil, pero todavía tu cuerpo está en desarrollo.

UP: O que si dejas de menstruar dejas de ser mujer.

GSH: Sí, justo iba a comentar esto. Sobre lo primero, tenía una paciente de 13 años que llegó gestando y su mamá decía que era amor, que su hija se había enamorado. Pero a los 13 años tú no puedes hablar de amor, no puedes decirle a tu hija que eso es amor, la estás exponiendo. Sigue en proceso de desarrollo.

UP: No hay que minimizar el impacto del embarazo en una niña en desarrollo.

GSH: Exactamente. Entonces, lo que tú mencionas de que cuando se va la regla una ya no es mujer. Tengo pacientes que están sangrando, que llegan con la hemoglobina en cuatro o cinco, que necesitan una transfusión, pero no se quieren sacar el útero porque no quieren dejar de ser mujeres. Uno les explica que van a seguir siendo mujer, van a poder disfrutar de su actividad sexual pero si no sacamos el útero se pueden morir y que no tiene nada que ver con ser mujer. Y así un montón más de historias. Como pacientes que a pesar de no ser regulares consideran que pueden cuidarse con el método del ritmo, que es este método en lo que tú calculas la ovulación y no tienes en esos días. Pero si no eres regular no se puede. Pero nadie les dio esa información y llegan embarazadas. Otra cosa importante es el color y la cantidad de tu menstruación. Normalmente nadie se pregunta por eso. Muchas pacientes me preguntan por métodos anticonceptivos en función de su seguridad y el más seguro de todos va a ser el de larga duración y que son reversibles. Por ejemplo, una varita de silicona que te ponemos aquí en el brazo, y me preguntan si van a menstruar. Les explico que no van a menstruar y me dicen, “No, no quiero”. ¿Por qué no? “No, porque si no voy a menstruar se va a llenar la sangre, doctora”. Y entonces yo tengo siempre una frase que les enseño a mis residentes. Les digo, “Mira, cuando viene la paciente, tú le explicas. ‘No, no vas a menstruar. Pero por eso no te vas a volver loca, no te va a dar cáncer, la sangre no se va a ir a tu cabeza, no se va a convertir en un tumor, no se va a acumular ahí. Simplemente ese tejido que tenemos por dentro del útero y que lo recubre todos los meses, que crece como si fuera césped, que se prepara para que llegue ahí un óvulo fecundado y se implante, y que si no se desprende… eso es la menstruación, y el siguiente ciclo empieza otra vez a crecer. Entonces lo que hace la hormona es mantenerlo de manera que no crezca y no haya sangrado, pero esa sangre no se acumula’”.

UP: No crece el césped.

GSH: Exacto. Es una forma gráfica para que las pacientes lo entiendan. Son temores muy reales para las mujeres que suceden con mucha frecuencia. Entonces parte de conocer nuestro cuerpo y tener información. Uno no puede tomar decisiones, buenas decisiones si no tiene información. Normalmente podemos juzgar a la gente por las decisiones que toma, sobre todo en función a su salud sexual y reproductiva, pero cuando averiguas qué paso es que no tenía la información adecuada, y no podemos criticar la decisión que tomó si la tomó con la poca información que tenía. Mientras más podamos conocer nuestro cuerpo y conocer cómo funciona, creo que puede ayudarnos a tomar decisiones, no sólo a nivel de salud sexual y reproductiva, sino en todos los aspectos de nuestra vida.

UP: Me gustaría regresar un poco, al caso de la niña de 13 años que llegó embarazada a tu consultorio para centrarnos en otro tipo de tabúes y mitos. Por ejemplo, yo ejercí como reportera por varios años y uno de los problemas que veía recurrentemente en temas de mujer, que me apasionan, es que las mujeres que querían tomar anticonceptivos enfrentaban el reto o el peligro de que si sus parejas encontraban los anticonceptivos las agredían verbal o físicamente porque para sus parejas los anticonceptivos equivalían a decir que eran promiscuas sexualmente.

GSH: Bueno, nuestra sociedad en ese aspecto no ha cambiado mucho, sobre todo en los lugares con menos recursos. Sin embargo, hay esfuerzos desde el Ministerio de Salud para minimizar estos efectos y disminuir las brechas. Por ejemplo, antes, digamos hace unos 15 años, una mujer que quería una ligadura de trompas tenía que tener 33 años, por lo menos dos hijos ,y el consentimiento de su esposo. Actualmente puede ser una mujer mayor de 18 años así no tenga hijos. Igual, le damos apoyo psicológico para ver si realmente persiste en su decisión y le explicamos que es irreversible. O sea que si más adelante quisiera tener un hijo ya no se va a poder, porque sobre todo en las mujeres jóvenes hay un arrepentimiento posterior, ¿no? Es decir, si tú lo deseas como mujer puedes hacerlo, ya no necesitas la autorización de tu esposo para solicitar un método anticonceptivo no reversible, al igual que para los métodos reversibles. Actualmente hay una norma legal para niños y adolescentes y en el caso de los adolescentes dice que no necesita el consentimiento de sus padres para poder acceder a métodos anticonceptivos. Aunque a muchos dirán, “Oh Dios mío, que está pasando?”

UP: Estoy pensando en una amiga mía que me contó hace unos meses que no sabía si su hija de 18 años había tenido relaciones sexuales. Entonces, le dije que si su hija era activa sexualmente y no tenía acceso a anticonceptivos podía terminar con un embarazo no deseado. Pero me contestó que cuando se diera la conversación se daría. O sea, hay una renuencia aún de nosotras las mujeres de hablar abiertamente con nuestras hijas, que debería ser una conversación totalmente natural, abierta, sobre estos temas. Más allá de que exista la ley, si no cambia esa perspectiva, sigue habiendo esos vacíos de comunicación y de información.

GSH: Sí, totalmente. O sea, creo que depende mucho y como se los digo siempre a mis residentes, del contacto con un personal de salud. Aunque sea una vez, hay una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida del paciente en todos los sentidos. En mi hospital, por ejemplo, trabajamos mucho la anticoncepción post evento obstétrico. Entonces todos están capacitados, los residentes, los internos, los médicos asistentes… para brindar una consejería en planificación familiar de manera que las pacientes sepan que existen muchos más métodos que sólo la ampolla tres meses o las píldoras y que el hospital tiene todos los recursos. Tenemos implantes sub dérmicos, de cobre, de hormonal, o sea tenemos todos los recursos para la patente pueda elegir y también decir ‘no’, porque también es ése su derecho. Encontré una frase bien bonita que decía ‘El poder de decir sí y el derecho a decir no’.  Si a pesar de la información una paciente dice que no, también está en su derecho pero que su decisión esté en función de una de la información que sea veraz, correcta y, sobre todo, oportuna. Creo que estos espacios son importante, sobre todo cuando hay adolescentes. Les hablábamos, les explicábamos. Incluso con sus padres. Generalmente es la mamá la que acompaña a las hijas. Entonces hablamos con ellas también, de manera que se abra una nueva ventana de información donde ambas puedan sentir que están respaldadas y que pueden tomar decisiones sobre ellas mismas, sobre sus cuerpos, futuro y planes.

UP:: Justo te quería preguntar sobre esa relación tan importante entre madres e hijas, No es por discriminar a los papás pero parecido a lo que hablamos en torno a la relación con los ginecólogos masculinos, hay una experiencia compartida entre madres e hijas que abre espacios para conversaciones ricas. ¿Qué le dirías a las mamás acerca de la importancia de compartir estos espacios y estas conversaciones sobre el cuerpo de la mujer con sus hijas?

GSH: Mira, yo creo que tu mamá es la persona que más te conoce. Existen todo tipo de mamás pero, en general, la mamá es la persona que más te conoce porque es la que culturalmente más te acompaña, es la que toda tu vida ha sabido de qué te enfermas, a qué eres alérgica, qué tamaño de zapato usas, si comiste, no comiste, te pusiste las vacunas, etcétera… entonces hay una relación distinta entre madre e hija y madre e hijo. Yo digo que aprovechemos ese espacio. Pondré otro ejemplo aquí. Tengo una gran amiga que un día me dijo, “Sabes, mi hija me ha dicho que ha empezado a tener relaciones. Estoy que me vuelvo loca”, me decía. Y me habló de su religión y como en su religión había que esperar a casarse. Entonces le dije, “Un ratito, empecemos por lo primero, ¿qué harías si no te cuenta? O sea, estás en un momento en el que es genial que ella pueda abrirse a ti. Significa que confía mucho en ti y que es capaz de decir, ‘Mamá, he empezado mi vida sexual. Quiero que me ayudes. ¿Con qué me cuido?’ A muchas mamás no les pasa”. Muchas mamás se enteran cuando sus hijas ya están embarazadas o cuando tienen una infección de transmisión sexual. Le dije a mi amiga que tenía la gran oportunidad de hablar con ella, de escucharla primero y de buscar opciones y al final ella vinieron a hablar conmigo. La hija vino a hablar conmigo y hablamos tranquilamente sobre métodos anticonceptivos. Entonces, si tengo algo que decirles a las mamás es que aprovechen la oportunidad, ese espacio de confianza donde la hija les está contando lo que está sucediendo, no para juzgarla sino para preguntarles, ¿cómo te ayudo? Claro, muchas veces es ir al ginecólogo, buscar ayuda con un profesional. Eso puede ayudar a que la hija siga sintiendo que su mamá es ese espacio seguro al que puede acudir en cualquier momento. No sólo en cuanto a su actividad sexual sino cuando esté en peligro, cuando sufra violencia psicológica o física, que sepa que ése es el espacio seguro. Entonces yo creo que cuando una hija le está contando a la mamá con total sinceridad lo que le está pasando, ése es el mejor momento para decirle a las hijas, “Conmigo está segura”. Entonces rompamos ese patrón cultural donde tenemos que quedarnos calladas, donde no podemos decir lo que nos pasa y no podemos expresarnos. Más bien empecemos con nuestras hijas a generar este espacio de diálogo, donde nuestra propia información, nuestros propios prejuicios, nuestros propios modelos culturales que arrastramos puedan variar en favor de que realmente haya una equidad y una igualdad. Porque hablamos de una igualdad de acceso a la información que actualmente no se está viendo, a pesar que hay tantas redes sociales y de los influencer que dicen un montón de cosas, y que los adolescentes, los pacientes jóvenes, están como, “Y, ahora, a quién le hago caso? Tomo esto o tomo aquello, me pongo o no me pongo… creo que es preferible un espacio seguro y ese espacio seguro es poder conversar con tu mamá, con una persona de confianza que pueda ayudarte a encontrar la información que necesitas. 

UP: Para una mamá creo que es importantísimo aprender a no juzgar, ¿no? Aprender que nuestras expectativas valen para nuestra vida y obviamente podemos tener anhelos para nuestros hijos, pero entender que serán sus propias expectativas las que marquen sus vidas y bienestar.

GSH: Así es.

UP: La verdad es que hemos abierto apenas la cajita de Pandora. Hay tanto de qué hablar porque creo que son muchas las cosas de las que generalmente no se habla. Antes de despedirnos quiero comprometerte a que sigamos con estas conversaciones y que antes de despedirnos nos hables del Programa Violeta. Aunque más adelante hablaremos en más detalle del programa y de la autonomía corporal.

GSH: Sí, les voy a contar un poquito. El programa Violeta es un programa de atención a víctimas de violencia sexual. Ha empezado como un piloto en mi hospital. Tiene un consultorio diferenciado y nosotros brindamos atención a las víctimas de violencia sexual de un punto de vista multidisciplinario. No sólo incluye la atención médica sino que tratamos de convocar a todos los actores que interfieren en la atención a las víctimas. Por ejemplo, policía, los centros de emergencia de la mujer, del Ministerio de la Mujer, la fiscalía, la medicina legal para que en un solo espacio pueda brindarse toda la atención y no sean las víctimas las que estén yendo de un lugar a otro. Porque muchas veces en ese proceso la víctima desiste de recibir la atención necesaria. Entonces, en eso estamos trabajando y yo creo que en la siguiente conversación que tengamos entraremos en más detalle sobre esto. Yo les agradezco mucho esta conversación., Ha sido muy linda porque ha fluido y en verdad hay muchas cosas que hablar como las mujeres.

UP: Muchísimas gracias Gabrialita por todo tu conocimiento y por la generosidad con la que la compartes. 

GSH: Gracias por por este espacio y, bueno, hasta la próxima.

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